«Y ni en éste ni en el otro colegio de los hermanos aprendí yo na, ni a leer ni a escribir ni na, porque no hacía caso de na», nos advierte Pericón. Sin embargo, aquel niño aprendió muchas cosas por las calles de Cádiz: a engañar al hambre (la canina), a cantar y a fabular. Y de qué manera. Quien interpreta la vida como lo hace Pericón, puede contar cualquier cosa sin que nadie lo pueda acusar de falsedad documentada. Porque Pericón y sus amig...
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